Me enamoré a los 17 años, y me casé a los 19, en contra de lo que mis padres opinaban de mi futuro marido.

A los 20 años fui madre de una niña, y me quedé embarazada cuando ella tenía 5 meses. Tuve un niño que al nacer tuvo problemas, ya que yo rompí aguas el 22 de diciembre y hasta el 24 de diciembre no me lo provocaron.

Desde que me casé, poco a poco a él no le gustaban mis escotes, mis faldas cortas, y así fui cambiando mi forma de vestir, hasta dejé de hablar y ver a mis amigos de toda la vida. Hasta a mi familia la veía poco.

Era siempre estar con su familia, sus amigos, o sola con mis hijos.

No me daba a penas dinero para comer, vestir a los niños o a mí, ni para los gastos de la casa, siempre me tocó echar mano de ayuda de la parroquia, o con lo que ganaba de hacer arreglos de ropa o cualquier faena de limpiar en casas para poder sobrevivir.

Cuando llevo unos 10 años casada, me doy cuenta que no quiero esa clase de vida donde ya no siento nada, que mejor sola. Él me dice de acuerdo, pero los niños para él, yo le dije que ni hablar ya que él los trataba fatal, los insultaba continuamente.

Un juez me dijo que tal vez yo no había puesto de mi parte y nos mandó a un consejero. Estuvimos yendo y durante unos meses el cambió y volvió a ser ese chico que me enamoró, atento y cariñoso.

Pero un día, mientras estábamos haciendo el amor, me doy cuenta que ya no le amo, se lo digo, que quiero separarme, que ya no le quiero. Pero no quiero que seamos de esas parejas que se separan y se odian, que es mejor dejarlo en ese momento.

Su respuesta es la misma, sí, pero sin los niños. Mi respuesta es que es lo único que quiero, a mis dos hijos.

Una noche me pilló desprevenida y durmiendo en la cama de matrimonio, y con unas tijeras me violó. De esa noche me quedo embarazada cuando no hacía ni un año que había sufrido un aborto (de la noche de reconciliación)

Lo llevé fatal, durante cinco años rechazaba todas las propuestas del Juez, hasta que al final firma.

Cuando me separé estuve trabajando hasta en cinco empleos a la vez, para que a mis hijos no les faltara de nada, ya que él no pasaba ningún tipo de manutención.

Hace unos seis años llegué a la Asociación XARXA, allí cuando escuchaba a otras mujeres contar lo que habían vivido, me doy cuenta que yo he sido una mujer maltratada y mis hijos también.

Gracias a los Talleres de Empoderamiento, voy empoderándome y me doy cuenta de todo lo que he sido capaz de hacer yo sola.

Hoy me siento una mujer muy empoderada, que tiene pareja desde hace 17 años y un hijo con él de 14 años.

Sé que puedo ayudar a otras mujeres, es mi batalla en la cual mi marido y mi hijo me apoyan.

Me siento valorada en todos los sentidos y tengo muy claro lo que quiero y lo que no.